martes, 17 de julio de 2012

Crónicas de Broadway 6: Los hombres de Evita


Ricky Martin y Michael Cerveris son Che y Perón en el musical

Los intérpretes que acompañan a Elena Roger hablan de su trabajo y de su introducción a la política argentina


Por Pablo Gorlero

Ricky Martin en el cuadro "The New Argentina"

NUEVA YORK.- El hecho de que una argentina esté protagonizando una obra sobre episodios de la historia argentina fue vital en el desarrollo y la concepción del nuevo revival más exitoso de Broadway. Eso hizo que el lazo entre Elena Roger y sus compañeros en Evita haya sido especialmente fuerte. Sobre todo con Ricky Martin y Michael Cerveris, quienes interpretan a Che y a Perón, respectivamente.
Elena Roger y Ricky Martin
El puertorriqueño expresa una y mil veces la importancia de contar una historia latinoamericana en los Estados Unidos, en tanto Cerveris hasta viajó a Buenos Aires para documentarse debidamente. El aporte conjunto logró que se realicen bastantes cambios a la propuesta original de Tim Rice -con música de Andrew Lloyd-Webber-, como la incorporación (sutil) del mensaje sobre el voto femenino, o el viraje en el sentido de algunas escenas, sobre todo, aquellas en las que están en escena Evita y Perón.

 Cambio de vida

Ricky Martin ya vivió un tiempo en Nueva York cuando finalizó su etapa del grupo juvenil Menudo. Ahora, aunque posee dos departamentos en Manhattan, prefirió alquilar uno en la exclusiva zona del Upper East Side. Como padre de familia prefirió un espacio mayor (348,2 metros cuadrados), con cinco habitaciones, cinco baños y un enorme living comedor, en un edificio ecológico. Se dice que por él paga 32.500 dólares mensuales. Aunque su forma de vida habitual es entre las playas y el sol, la propuesta de residir un tiempo en Manhattan sin agenda de conciertos era ideal para un estilo de vida que necesitaba. Ese gran departamento, con ventanales de pared a pared y grandiosa vista de la ciudad, es ideal para vivir con sus gemelos y su pareja, Carlos González. Ya pasada la vorágine de ensayos y compromisos de prensa, hacer una o dos funciones diarias le garantiza pasar casi todo el día con su familia. La fórmula ideal. A su vez, para los productores de la obra, Ricky era el intérprete ideal también. Cada noche, la calle 45, entre Broadway y la 8» avenida, está prácticamente cortada al tránsito por los cientos de fanáticos que se agolpan en la puerta de salida del Marquis Theatre, donde sube a escena Evita .
"Tuve un cambio radical en mi vida. Física, emocional y espiritualmente. He experimentado emociones que nunca antes sentí sobre un escenario. Me siento mucho más cómodo de estar diariamente ahí buscándome como actor. Ese proceso de creación ha sido fascinante", explica Ricky y cuenta con orgullo a LA NACION que sus hijos Matteo y Valentino ya disfrutaron la obra. "Esto es un regalo que me ha dado la vida: algo estable que me permite estar mucho tiempo más con mi familia. Imagínate que aquí no hay rutina. Esta etapa es ideal para dedicarla a mis niños. Son seis horas diarias que tengo con el trabajo, y el resto de mi día es para dormir y estar con ellos. Me vienen a visitar al teatro, almorzamos juntos y nos vamos a dormir al mismo tiempo, un poco más tarde de lo que duermen los niños de su edad. Por lo menos hasta que empiecen su escuela es válido. Somos una familia y voy a todos lados con mis niños", agrega.
En 1996 interpretó durante algunos meses el papel de Marius, en Los miserables . Para él es especial verse nuevamente mezclado entre tanto talento. "Broadway es un viaje maravilloso. Estás rodeado de mucha gente maravillosa que te hace aprender. Estoy aquí para eso. La comunidad de Broadway es muy respetable, entonces hay que estar a su altura. Recibo esto con los brazos abiertos, al lado de grandes actores, directores y coreógrafos que me regalan su sabiduría. Estoy muy agradecido."
Del mismo modo, es muy generoso en lo particular, cuando se refiere a su compañera, Elena Roger. "Ella es una diosa, es mágica, es mi maestra. Tiene muchos años en el teatro y es muy generosa. Te regala su arte y tú tienes que absorber lo que ella te puede regalar: nada menos que su experiencia, que es muchísima. Piensa que hizo una carrera brillante, solita, allá en Londres, además de todo lo que antes hizo en la Argentina. Ella es mi Eva. Mi única Eva."

Aunque él afirma que "todo puede cambiar", tiene contrato en la obra hasta enero. El éxito que tieneEvita desde su estreno augura que, probablemente, su contrato sea extendido. "Estoy feliz y más adelante se verá. Esto es una celebración bien grande para Iberoamérica y todos los hispanohablantes porque se está hablando de alguien que creó un tremendo impacto social, un símbolo latinoamericano", comenta convencido, a la vez que admite conocer las "licencias" históricas de este musical y los sentimientos encontrados que causa en los argentinos que concurren a verlo. "Mira, soy consciente de lo que esta obra causa en los argentinos. Sé muy bien qué pasa. Qué te puedo decir... se me ha dado la oportunidad de narrar esta historia según los ojos de Lloyd-Webber y Tim Rice. Yo estoy feliz de esta oportunidad, como cualquier actor. Lo que puedo decirte es que lo hago con mucho respeto ante todo. Me siento encantado de narrar la historia de Eva Perón y poder educar un poco sobre lo que fue su misión."
¿Teatro o conciertos? La tranquilidad y el mejor manejo de los tiempos, por ahora, hacen que Ricky opte por lo primero. Muy diferente a lo que viene haciendo desde hace años. "Siento que es como si cerrara un ciclo bien intenso y que me hace pisar bien sólido, de una manera u otra. Me atrevería a decir que, al comienzo de mi carrera, empecé con una agrupación de niños que, para mí, fue muy teatral. Si tuviera que comparar el teatro con los recitales te diría que es otro monstruo. Las emociones son diferentes. De todos modos, Che fue escrito originalmente para una estrella de rock", concluye.

Michael Cerveris, como Juan Perón
Rigurosidad histórica
En septiembre del año pasado, Michael Cerveris fue invitado por la revista Vanity Fair para visitar Buenos Aires, al confirmar que sería el encargado de personificar a Perón. El actor que en Broadway protagonizó musicales como Tommy, Titanic, Assassins, Sweeney Todd LoveMusik , y obras de texto como Hedda Gabler, In the Next Room Cymbeline, apenas llegó al país comenzó una ardua investigación y búsqueda de datos que le permitieron conocer a fondo el peronismo y ahora es casi un experto en ese movimiento político.

Michael Cerveris y Elena Roger, en "You Must Love Me"
 Entrar a su camarín del Marquis es como llegar a una unidad básica. En su puerta hay una bandera del Partido Justicialista, con las efigies de Perón y Evita. Adentro, hay cuadros, fotos y banderas en cada pared o mueble de esa especie de monoambientes que son los camarines de las figuras en Broadway. Sobre su mesa de maquillaje también hay fotos, mates, documentos varios y hasta un carné de afiliación, que le regaló un militante histórico. En su biblioteca, además de una colección de vinos argentinos, tiene decenas de libros sobre Perón, una colección de discursos y múltiples DVD. Sobre el piso, también decenas de discos de vinilo y pasta de tango y todo tipo de música argentina.
Parte de los cambios que se le han hecho a la obra, con respecto a la versión original de 1979 e incluso a la reciente puesta de Londres, se realizaron gracias a Cerveris.
Michael Cerveris, como Perón

-¿Sabías algo de toda esta historia antes de Evita ?
-Muy poquito. Casi todo lo que sabía era por la obra, que, por cierto, no pinta un buen cuadro sobre el peronismo, no es un buen balance. Todo cambió cuando viajé a Buenos Aires, ciudad que me encantó. Elena fue una perfecta anfitriona allí. Me llevó a pasear, conocí las milongas y hasta fui a Lanús a ver un partido Boca-Lanús, en el que salió victorioso Boca. También coincidimos con Ricky, que estaba en la ciudad para dar un concierto. Fui a la Recoleta, al Museo Evita y pasé cinco horas en el Instituto Peronista, donde me hablaron mucho sobre la historia argentina, su política, Perón y Evita. Obviamente, con la interpretación peronista del tema. Pero fue muy interesante porque me mostraron documentos originales y se me abrieron los ojos. Entendí mejor lo que se creía en aquel entonces y cómo Perón creía en lo que estaba haciendo. Esa perspectiva, que me fue ajena en los Estados Unidos, fue muy valiosa para mí. Hubiera sido aburrido encarnar sólo el personaje de un dictador, tal como lo señalaba la obra. Porque nadie es simplemente malvado. Incluso quien hizo cosas malas, las hizo por razones que creyó buenas. Entonces, como actor me sirvió conocer mejor lo que Perón creía e hizo, más allá de que el director o el autor me presenten otro costado. Por eso, Elena y yo trabajamos duro en algunas cuestiones y convicciones que tenía la obra sobre los personajes. No es que hayamos querido traer un dogma político, pero yo supe mejor que era una historia más compleja e interesante y que contenía muchas más preguntas que respuestas.
-¿Y pudiste entender al peronismo?
-Sí... Creo que tuvo muchas cosas buenas. Claro que algunos métodos con los que se lograron son cuestionables. Pero, por otro lado, los beneficios a las clases trabajadoras, a las mujeres y a los pobres no pueden negar el progreso social que hizo el movimiento. Son todas cosas que me simpatizan y en las que yo también creo. Se trata del rol del gobierno de cuidar a las personas. En este país, el argumento conservador es que si cuidás la economía y el negocio, las personas se beneficiarán a sí mismas. Y no es lo que parece que ocurra. Claro que hubo complicaciones y cierta parte negativa sobre cómo se consiguieron esos logros, tal vez limitando cierta libertad individual. Son cuestiones complicadas.
-¿Y cómo se mueve un actor ante esta perspectiva?
-Es muy difícil cuando hacés una versión ficticia de hechos históricos, porque para contar una historia en el escenario necesitás simplificar algunas cosas. Y cuando empezás a simplificar, elegís. Eso significa eliminar algunos hechos y hacer foco en otros. De todos modos, la obra no es ni Juan Perón ni Evita y Perón, el foco es Evita. Mi personaje es sólo una parte. Muchas veces encontramos hechos en la obra que no encajaban en la historia real. Pero supimos que no podríamos cambiarlo. Pero como actor, hay cosas que pueden modificarse de acuerdo con la forma en que decís una línea. Por ejemplo, en el original, durante el cuadro "She is a Diamond", Perón canta sobre las cosas que prometieron hacer y no hicieron, con mucho desinterés en eso. Yo elegí cantarlas creyendo fehacientemente en esas cosas que prometía hacer. Necesitaba hacerlo así porque creo que así fue.
-¿Lograron hacer más cambios?
-Sí, especialmente en ciertos aspectos de la historia de amor. Para mí, el lazo fue verdadero. Cuando veo los documentos de la época, en los que ambos están trabajando públicamente, como personas comunes, no me parecía que actuaran amor para una cámara. Siempre vi personas que realmente estaban conectadas y se amaban. No creo que haya sido de la forma en que la obra, por momentos, lo cuenta. Ella puede haber visto el camino hacia la cima o él puede haberla visto a ella como una herramienta para sus fines, pero no es toda la historia. Y todo eso también lo sé por Elena y por el amor que vi que la gente en la Argentina siente por Eva. Elena nos presentó su mirada porque, lógicamente, necesitaba una visión diferente de cómo su país está representado. Vi a la Argentina a través de sus ojos y, luego de mi viaje, quise traer eso, que no era lo que estaba exactamente escrito. Trajimos todo lo que rodea ese trabajo.
-Tu personaje es el más distinto de la versión original. Más sensible y menos especulador.
-Sí. No sé si ésta es la verdad histórica, pero tuve la evidencia suficiente. Es más humano. Para mí es más interesante para actuar no basarme estrictamente en lo que fue escrito. Mi personaje no siempre está en escena hablando, entonces tenés que encontrar otros caminos. El momento en que ella canta "You Must Love Me" es un desafío enorme para mí porque no digo una sola palabra. Pero Elena es una actriz brillante y, aunque no tengas diálogo, te otorga mucho para sentir. El grito que pega Perón sobre el final de ese momento no está en el libro. Es una forma que tengo de decirle al público que, detrás de un presidente, hay un tipo.
-¿Se discutió mucho al respecto?
-Sí. Tuvimos muchas conversaciones sobre eso. Michael Grandage, el director, estuvo muy interesado en saber todo lo que se contradecía con el libro original. En algunos casos incorporamos cosas nuevas, en otros nos decía: "Chicos, esto es muy interesante, pero bueno, así es como está escrito". Siempre él escuchó y estuvo atento a la posibilidad de poder incluir nueva información. Te cuento algo más: ya había pasado más de un mes de ensayos. En la escena del último discurso, Evita usaba silla de ruedas y dos enfermeras la sostenían al ponerse de pie. Pero conozco documentos que afirman que ella le dijo a Perón: "Sosteneme, no me dejes caer". Y vi las fotos de Perón donde la está sosteniendo. Es una imagen muy fuerte. Es el presidente y sostiene a su mujer. Entonces así lo hicimos.


 El camarín de Michael Cerveris, actor que interpreta a Perón, está repleto de libros, discos, fotos y documentos históricos del movimiento peronista, además de mates, vinos, recuerdos de la Argentina y hasta un peluche del Che.




Crónicas de Broadway 5

Michael Cerveris, Elena Roger y Ricky Martin, en la alfombra roja

En la premier de Evita

Por Pablo Gorlero
NUEVA YORK.- Broadway arde. No por el clima, que es bastante fresco a pesar del sol que pretende hacer avanzar la primavera, sino por la cantidad de novedades en su cartelera que se estrenan de a poco o están en la primera instancia de previews. Entre ellas las versiones musicales de Ghost y de Leap of Faith; el nuevo boom de Disney llamado Newsies y dos reposiciones de Andrew Lloyd-Webber: Jesucristo Superstar y Evita, que anteayer tuvo su glamorosa premier en el Marquis Theatre.
En Times Square, uno puede identificar a la gran cantidad de argentinos que circulan por Nueva York porque suelen cruzar Broadway Boulevard corriendo para sacarse una foto con la marquesina de Evita como fondo, en la que se ve una gigantografía de una imagen doblemente familiar: la de Elena Roger, en el balcón de la Casa Rosada, caracterizada como Eva Duarte de Perón. Allí mismo, en la calle, se escucha "Another Suitcase in Another Hall", uno de los hits de ese musical que Tim Rice y Andrew Lloyd-Webber imaginaron a fines de los años 70. Y ver tanta bandera argentina, tanta Evita y tanto "No llores por mí, Argentina" casi obliga a los compatriotas a pegarse a la pared del Marquis.
Las previews (preestrenos, en la jerga criolla, que sirven para "testear" la obra) comenzaron el 12 de marzo y ya se hablaba de esa intérprete argentina casi desconocida por aquí, pequeñita de tamaño pero inmensa en el escenario. Pero esta semana fueron los estrenos oficiales. El miércoles se realizó la función para los críticos y anteayer, llegó la gran première, con todo el glamour de Broadway.

Ya desde temprano la alfombra roja y los murales de la obra cubrían el pasaje que une las calles 44 y 45, atravesando el edificio del Marriott, donde se ubica el Marquis Theatre. Allí, cada medio tiene su lugar en una forma tan organizada que da envidia. La función comenzaría a las 18.30, por lo tanto los invitados fueron convocados a las 17. La prensa ya ubicada, a las 16.30 tenía sus gacetillas no sólo con los nombres de los invitados famosos sino con sus fotitos, por si algún distraído no conoce a alguno. Y, de a poco, comienzan a llegar con rigurosa puntualidad. La mayoría accede a hablar unos minutos con cada medio; sólo algunos pocos rezagados prefieren evitar la alfombra y entrar por algún otro lado para evitar ser interceptados.
Una de las primeras en arribar fue Vanessa Williams, una de las grandes estrellas de este tan particular universo teatral. "Es la segunda vez que vengo. Vi la obra hace dos semanas, en uno de los previews , y me encantó. Ricky está fantástico, su pronunciación en inglés es perfecta; Elena tiene un gran encanto y su voz es inmensa; y la coreografía es bellísima, con toques de tango argentino. Enseguida te transportan a Buenos Aires y podés sentir que estás en esa ciudad", dice la actriz de El beso de la mujer araña Into the Woods .
Vanessa Williams atendiendo a la prensa
El embajador argentino Jorge Argüello
Los invitados que pasan por la alfombra roja son desde artistas hasta figuras del mundo de la moda, pasando por deportistas y políticos. Entre estos últimos, a pocos pasos de la Williams, se encuentra el embajador argentino Jorge Argüello, que da una mirada más realista de este musical cuyo rigor histórico es cuestionable. "Es la tercera vez que veo esta obra y la segunda en la que está Elena. Tuve el privilegio de verla hace unos años en Londres. Este es un hecho cultural interesante en el que una de las grandes figuras de la historia argentina es recreada, aunque en una versión que no tiene una exacta correspondencia con los hechos que ocurrieron en el país. Pero es Evita, un símbolo de la identidad nacional y uno tiene que entender que estamos frente a un hecho artístico", sintetiza.

Rubén Blades
Josefina Scaglione
Así, uno a uno, todos los que desfilan por allí darán sus pareceres y expectativas. Como Debra Messing, otrora figura de la serie Will & Grace y ahora estrella del musical televisivo Smash , que se cuela por otra puerta sin evitar que este cronista la intercepte. "Estoy un poco abrumada con tanta gente, perdón. Tengo las mejores expectativas porque es una obra magnífica y mucha ansiedad por ver a Elena, de quien me dieron las mejores referencias", dice mientras se escabulle por una puerta giratoria.
El desfile de estrellas será incesante, con muchas figuras latinas, debido a la presencia de Ricky Martin. Entre ellos Rubén Blades, Thalía, Josefina Scaglione -primera argentina en desembarcar en Broadway- y Bianca Marroquin. A ellos se suman Michael Douglas, Catherine Zeta-Jones, Kim Cattrall, Scarlett Johansson, Barbara Walters, Kathy Griffin y los mismísimos Andrew Lloyd-Webber y Tim Rice. Como suele ocurrir en los estrenos criollos, donde algunas figuras que prometen ir dejan plantadas sus entradas, aquí también. Los ausentes más notorios: Jude Law y Whoopi Goldberg.
En el entreacto, los cuchicheos fueron decisivos. "Impactante", le dijo Douglas a Lloyd-Webber, mientras se le unía a un champagne. "Elena es inmensa", esbozó Rubén Blades. Mientras tanto, algunos argentinos discutían sobre la distorsión que los autores hicieron con la historia. Cerca, Anthony Rapp (protagonista del primer Rent , que estuvo en la Argentina) susurraba a este cronista: "Ya escuché sobre las diferencias con la realidad cuando estuve en Buenos Aires, pero esta obra me marcó porque fue la primera que hice, cuando yo tenía nueve años".
Sobre el final, lo esperado. Apenas salieron a saludar los integrantes del ensamble, la sala completa se puso de pie. Tanto Ricky Martin por su actuación como Che, como Elena Roger, por su trabajo, fueron ovacionados durante dos minutos. La actriz argentina dejó su ramo de flores a un costado y corrió fuera de escena para buscar a Lloyd-Webber y a Rice.
Anthony Rapp
Elena Roger, con su novio Mariano Torre
Poco después, vestidos de gala para la fiesta posfunción que se realizó en el noveno piso del hotel, el elenco completo de Evita recorrió también la alfombra roja. "Es un sueño, estoy feliz", dijo Elena. "Esta noche fue para nosotros, para el elenco. Sabíamos que la prensa iba a estar, pero ya no los críticos. Lo que queríamos, fundamentalmente, era compartir nuestro trabajo y pasarlo bien. Fue una función con amigos, con familia, rodeados de grandes actores, una noche diferente. Para mí es una responsabilidad muy grande dar a conocer en Broadway la historia de Eva Perón. Este es un aplauso diferente", señaló Ricky Martin a La Nacion antes de unirse a una fiesta tan glamorosa como formal que concluyó apenas comenzada la madrugada, cuando ya se susurraba el veredicto del implacable Ben Brantley, del New York Times . No fue bueno. Pero en medio de la felicidad de una primera función, no importó.
Elena Roger en una entrevista para la TV
Ricky Martin
Max von Essen es Magaldi
Los integrantes del ensamble, en la alfombra roja



Crónicas de Broadway 4


Por Pablo Gorlero


"Don't Cry For Me Argentina"
 "And the Money Kept Rolling In"
"Buenos Aires"
Fotos: Richard Termine - Gentileza The Hartman Group

NUEVA YORK.- Luego de haber conquistado a los ingleses con sus protagónicos en Evita, Piaf Passion,era casi una consecuencia segura su arribo a Broadway, la capital del teatro musical. De todos modos, Elena Roger siempre afirmó que esa posibilidad no le quitaba el sueño. Así, sencilla pero segura y permitiendo que la vida fluya dejó que el destino la abrace y hace sólo cuatro días hizo su debut oficial en el Marquis Theatre, con Evita . "Estoy feliz, es muy fuerte", esbozó aquel día en la alfombra roja, luego de la ovación de pie que recibió al finalizar la premiè re y soportando el protocolo pese al frío intenso de esa noche.
Aunque cansada, se la ve liviana, confiando en ella misma y aceptando lo que ocurre y transcurre. "El año pasado, luché mucho con mi cabeza, que busca lo sencillo, y ese deseo de vivir más tranquila. Ya había hecho Evita y me planteaba si tenía que volver a hacerla. Lo que más me tiraba era venir a otra ciudad, Nueva York. Es que un año fuera de tu casa es un cambio de vida muy fuerte. Y recién comienza. Después vienen los premios Tony, las fiestas, los protocolos; todo un trabajo aparte. Y a mí el trabajo que me gusta es el del escenario. Todo lo demás puede ser gratificante para muchos, pero a mí me gusta volver a mi caparazón después", dice contundente.
Su camarín, casi un monoambiente, está repleto de regalos. Flores, cajas de bombones, carteras, fotos y recuerdos de Evita. Es que la noche anterior había sido el estreno y los norteamericanos son bastante efusivos a la hora de homenajear o congratularse. "Es que Broadway suena refuerte. Broadway es parafernalia. Y te digo esto mientras observo mi camarín superpoblado de cosas. Aquí el género musical es muy poderoso y están orgullosos de eso. A mí siempre me gustó mucho Londres y Europa en general, porque soy de familia italiana y miro hacia ese continente, como muchos argentinos. Me alucina todo eso, tiene muchísima historia, aquí en América, somos más jóvenes", describe.
Llegó a Nueva York a mediados de enero y se instaló en un hermoso departamento en Chelsea. A los pocos días, se metió de cabeza en los ensayos de Evita , nuevamente bajo las órdenes de Michael Grandage, un director que la conoce muy bien. Fueron cinco semanas de trabajo intenso en sala de ensayo y dos sobre el escenario del Marquis. Luego llegaron las funciones previas. Aunque conocía la obra perfectamente, el trabajo fue arduo porque se hizo una relectura del montaje londinense y debió trabajar codo a codo con sus nuevos compañeros, al mismo tiempo que con su alternante en algunas funciones, Christina DeCicco. Elena fue quien les aportó a sus compañeros libros e información sobre la Argentina. Tanto que llenó de entusiasmo a Michael Cerveris, quien interpreta a Perón, y hoy su camarín parece un altar peronista, con fotos y recuerdos que le trajeron desde la Argentina.
"El director hizo un análisis más profundo, para que Evita no sea tan superficial, sino más interna, profunda. Incluso, mucho más que la de Londres", comenta la actriz.
"Elena fue mi maestra aquí." Eso es lo que Ricky Martin le dijo a este cronista. "Con él trabajamos muy bien y nos llevamos bárbaro. Al principio, le tuve mucho respeto, en el sentido de no querer esta encima de él por nada. Porque él ya es una persona con mucha gente encima y no quería ser una más", comenta Elena.
Y así, aunque ya en el mundo de Broadway, uno la ve como en Buenos Aires: repartiendo besos a los técnicos, a la gente de prensa, a sus compañeros de elenco. Y de cerca, con una mirada de amor profundo, la observa Mariano Torre, su novio, que estará acompañándola por un mes.
Le pasaron muchas cosas a Elena en estos últimos seis años. "Me pasó un camión entero por encima -dice-. No sé bien cómo mirar el futuro y el presente. Me parece que me veo con una vida un poco más tranquila que esto. Broadway es como la frutilla del postre y después vendrá una especie de tranquilidad. Haré otras cosas vinculadas con el arte, pero no creo que esté una temporada entera en otro lugar que no conozco. Todo el mundo dice que es genial estar en Broadway, pero implica dejar mi casa, mi familia, mis proyectos por un año, vivir en una ciudad con otro idioma toma muchísimo tiempo. Mi personalidad es distinta a la de muchos. Y tengo que tratar de combinar mi gusto por lo sencillo con las luces de Broadway."

UNA OBRA SOBRE LA ARGENTINA

-Hablemos de tu Evita, de la Evita que escribió Rice y de la verdadera.
-Dale. Me encantó. Vengo de una familia en la que mi papá es peronista y mi mamá no tanto. Cuando leí el libreto, me di cuenta de que había una actitud muy muy antiperonista. Y empecé a leer muchas biografías. Me gusta dividir la idea de lo que fue Perón y lo que fue Evita. El fue un político de carrera, ella aprendió de él todo lo de la política. La obra muestra que se acostaba con muchos hombres para subir. Y yo lo veo con otros ojos. Veo a una mujer que nació en una cuna hecha por una madre que no se casó con el padre, que tenía dos familias. Siempre se critica a la mujer. Todavía en esta sociedad se sigue señalando a la mujer cuando el hombre era el causante de esa situación. Se señalan esas cosas y, sin embargo, todo el trabajo que ella hizo con los humildes fue muy importante, más allá de su ignorancia. Ella tenía un motor que la movía a hacer determinadas cosas. Y yo traté de implementar eso en la obra, más allá de lo que dice el «Che» o lo que está escrito. Traté de cantar «No llores por mí, Argentina» sin ironía. En ningún momento da la sensación de que respecto a los pobres lo hacía de manera manipuladora.
-¿El libro apunta un poco a eso?
-Imaginate en el problema en el que me encontré. Traté de agarrarla como un ser humano y no como una máquina de odio y despotismo. De todos modos, un musical no es una lección de historia. Yo discutí mucho cuando hacíamos la obra y, en un momento, el director me dijo: «Pero está escrito esto, es una obra». Y tenía razón.
El resultado se ve en escena. Elena Roger le da todo a esta Evita . La abraza con el alma, como lo hace con todos sus personajes.

EN ESCENA

Yo que tú me enamoraba, junto con Omar Calicchio y Chico Novarro (1997); Jazz, swing, tap , con Sandra Guida y Diego Reinhold (2003). Mina... che cosa sei? , protagónico que la instaló en el medio artístico (2003). Piaf, segundo protagónico, en el West End, con el que ganó el premio Olivier (2008). Passion , su segundo trabajo para el Donmare Warehouse, en este musical de Sondheim (2010). Un amor , su debut en cine en el film de Paula Hernández (2011).

OTRAS EVITAS

1978. En Londres. Estreno mundial, con Elaine Paige. Estuvo en cartel hasta 1986 (2900 funciones).
1979, en Broadway. Tres años en cartel, con Patti LuPone.
1980. Madrid. Paloma San Basilio fue Evita, junto con Patxi Andion, como el "Che".
1981, México. Valeria Lynch fue la primera argentina en interpretar a Evita.
1996. Hollywood. Madona, en la versión cinematográfica, dirigida por Alan Parker.
Reseña de Evita

NUEVA YORK.- Cuando Evita se estrenó en Londres y, luego, en Broadway, fue furor. Al público anglosajón le fascinó esta ópera pop- con escasísimos textos hablados- que hablaba de una mujer inescrupulosa que no cesó de escalar dormitorios hasta llegar al más amplio: el del presidente de una república perdida por allá, en la otra punta del mundo. Su autor, Tim Rice, siempre se vanaglorió de haber hecho una gran investigación histórica, aunque sus fuentes fueron pocas y siempre las mismas y él prefirió imaginar una historia con un personaje que fuera una cruza de La malvada de Bette Davis y Jessica Rabbit. Como si fuera poco, le agregó un relator, otro personaje político argentino que nunca se cruzó con Evita en la vida real: el Che Guevara. Aunque su Che fue más conservador que revolucionario. Pero qué más da. Se trataba de ficción y acerca de un país que no importaba. Visto con ojos extranjeros e ignorantes de la historia, era una genialidad. Porque la Evita de Tim Rice es una ambiciosa prostituta que llega al poder sin escrúpulos y se afianza en él sin la menor sensibilidad, manipulando a su marido y a las masas.
Primero en Londres, ahora acá en Broadway, Michael Grandage concibió una Evita mucho más suavizada que aquella. La llevó con intención a un terreno más real y menos novelesco. Aunque más allá del pensamiento político para cualquier argentino -ya sea peronista, antiperonista o de cualquier otra ideología, pero conocedor de la historia local- igualmente puede ser una piña furiosa en el centro del estómago. El musical de Rice poco está relacionado con la historia más que mencionar a las figuras de Perón, Evita y Magaldi, además de señalar otros íconos argentinos. Es decir, será obligado separar el hecho artístico que constituye este revival y su veracidad histórica.
Dicho esto sobre lo último, la puesta en escena de Grandage (ex director del prestigioso Donmare Warehouse de Londres) indudablemente sitúa al espectador en la Argentina y no en cualquier país. Ya cuando uno entra a la sala se sentirá sorprendido de ver colgados sobre el telón los rostros gigantes de Perón y Evita, además de las banderas argentinas y el escudo del Partido Justicialista. Luego el diseño escenográfico de Christopher Oram nos trasladará a un suburbio de Junín (con gauchos mezclados con guapos) y el resto de la obra quedará sintetizado en una sola escenografía transformable de reminiscencias múltiples. Este diseño gris puede parecer frío, pero es una visión artística perfecta para compilar, definir y simplificar. En cambio, su vestuario es casi realista y riguroso, a pesar de algunos detalles.
A diferencia de muchos directores de musicales, Grandage tomó a Evita como un texto dramático. No apostó al impacto sino a la búsqueda de sensibilidad de las criaturas que le ofreció el libro en extremo machista escrito por Rice. El director -seguramente con la ayuda de sus intérpretes- encontró el propósito de sus personajes y los motivos por los cuales accionan. Por eso esta Evitaestá más cercana al tipo de puesta del teatro tradicional y no tanto a la espectacularidad con fuegos artificiales de Broadway. Con todas las discrepancias que uno pueda tener, se percibe que el director tuvo mayor conciencia de que estaba reflejando a personajes históricos de un determinado país. Incluso se humanizó la relación entre Perón y Evita, que en el original de Rice demostraba especulación y falta de amor total. En tanto las escenas en las que el personaje muestra su desfile de amantes es tomada con muchísimo más humor que erotismo.
La puesta coreográfica de Rob Ashford (que mucho conoce de la Argentina) es, a su vez, esencial y vital en este montaje. No sólo por el despliegue de movimiento sino por la incorporación de un tango puro y bien interpretado.
En Broadway, Patti LuPone fue la intérprete adorada y consolidada con ese papel. Y tal vez eso esperaban algunos acá, en Nueva York; esa misma historia en la que la falta de escrúpulos, la corrupción y el poder eran protagonistas. Por fortuna, es Elena Roger quien se puso ahora en la piel de Eva Duarte y pudo incorporarle algo más de argentinidad. Esta gran intérprete supo quitarle todos esos ribetes sexys y despiadados que exigía el libro original, y dotó a su Eva de una mayor sensibilidad. Decir que tiene una voz potente y abrazadora es redundante. Elena es una intérprete impactante. No canta y baila porque sí. Tiene una dramaticidad permanente. Tanto cuando se mueve sin parar con fuerza y entusiasmo en "Buenos Aires" como cuando está en el balcón de la Rosada diciendo "No llores por mí, Argentina", con lágrimas en los ojos. Eso tiene la Roger. Dice cantando y emociona siempre, aquí en Evita como lo hizo en Piaf . Su escena con Perón (un sobrio Michael Cerveris) en la que le dice "You Must Love You" (canción de la versión fílmica, incorporada a la obra) es una súplica que orada el alma del espectador.
Grandage tampoco quiso poner en escena al Che Guevara. El relator se llama Che, pero bien podría ser cualquier persona. Es el exigido papel que le tocó a Ricky Martin, quien se mueve cómodo y seguro prácticamente sin salir de escena durante los 140 minutos que dura la obra. También en la misma línea que el resto de la propuesta, Ricky apostó a la interpretación y lo hace muy bien. Nota aparte: es impresionante el impacto que causa en el público, que lo ovaciona apenas entra a escena.
Por su parte, Max von Essen realiza una interesante composición de Agustín Magaldi (le comentó a este cronista que investigó mucho sobre su vida y escuchó todos sus discos); y Rachel Potter se impone en una cortísima escena, con una bellísima canción, como una amante de Perón.
En resumen, el que ande por Nueva York debe ir a ver Evita para enorgullecerse de una artista muy nuestra, que no pronuncia a lo gringo sino que impone porteñismo y, por supuesto, deberá tener en cuenta que es un hecho artístico de absoluta ficción.