miércoles, 27 de agosto de 2008

Basta de Tinelli

Esta carta circula por Internet y todavía no tomó todo el estado público que merecería ya que constituye uno de los mayores despojos de los últimos años. En mi televisor, en mi casa, en mi vida, está prohibido Marcelo Tinelli, el gran impulsor de la desculturización en la Argentina, el lavador de cerebros, el idiotizador de mentes, el ladrón de tiempo, quien considero que es el gran virus de nuestra televisión.

¿BAILANDO POR UN SUEÑO? ( el de Marcelo Tinelli)

Por Lic. Marisa Burlastegui
Universidad Nacional de Mar del Plata

Me pregunto qué danza tendremos que hacer los mapuches y campesinos para que nos devuelvan las tierras. Es tan conmovedor ver a Tinelli cuando se emociona ante algún caso de injusticia social. Se le llenan los ojos de lágrimas y mira hacia las cámaras. ¿Si los indígenas se presentaran en su show podrían conseguir algo de respeto a sus derechos naturales?
¿Saben qué es Trafipan 2000? Marcelo Tinelli, conductor-empresario televisivo que compró miles de hectáreas en la provincia sureña de Chubut, necesita desalojar a 30 familias mapuches para construir un megaproyecto turístico. Moira Millán, integrante de la Comunidad Pillán Mahuiza y del Frente de Lucha Mapuche y Campesinos en el marco de la lucha por la defensa del Agua y la Tierra aseguró a radio Universidad Nacional de Cuyo, que le dicen rotundamente ¡No! a cualquier megaproyecto que pretenda "arrasar con nuestro entorno a cualquier precio".
La dirigencia indígena denunció que el megaproyecto turístico que pretende construir Marcelo Tinelli "es sobre la vivienda de 30 familias mapuches y, casualmente, lleva nombre mapuche, Trafipan 2000, cuando para llevarlo a cabo, necesita de su desalojo". "Cuanta más gente se entere, más nos ayuda para conseguir el apoyo de las autoridades para poder conservar nuestras tierras".

sábado, 16 de agosto de 2008

Por amor a Rent


Anthony Rapp y Andrés Bagg, el Mark estadounidense y el porteño (izq.); y todo el equipo de Rent, con Rapp en el centro, en ocasión de su visita (der.)

Columna de opinión publicada en el diario La Nación el domingo 10 de agosto de 2008; más algunos agregados.

Opinión
"No hay más que hoy": cosa de tribu bohemia

Por Pablo Gorlero


"¿Qué le pasa a la gente?", pregunta un espectador que, evidentemente, no entró en código. Es que estar "a tono", "en la onda", entrar en ese "código" de bohemia-marginalidad-romanticismo es fundamental en Rent. El hombre (de unos sesenta y pico) se refería al griterío que se arma en la función de Rent cuando hace su entrada el personaje Angel, una atípica drag queen "de abajo". Era de esperar. Rent es de esas obras que generan fanáticos, de esos que no dejan de ser teatreros, pero que crean muchos climas de recital de rock. Sí, es verdad, muchos musicales logran fanatismos, pero el espíritu de esta obra genera algo diferente. Tal vez, por su historia, por su gestación, por su temática, por algo parecido a lo que ocurría en los años 60 y 70 (y sigue ocurriendo) con Hair y The Rocky Horror Show .
Rent es protesta, pero a su vez, consigue transmitir toda la sensibilidad que su autor puso en palabras y en una partitura exquisita en acordes de rock, pop y baladas que le hacen un tacle a la sensiblería para meterse en el alma. Es una obra de época, ambientada a fines de los años 80 y principios de los 90, con reflexiones sobre el amor en cualquiera de sus formas, sobre el valor o no que se le puede dar a la vida cuando se palpa el ocaso, y la desesperación de aquel sensible, bohemio, que está en el fondo y es allí donde decide si se queda o se desangra en las paredes para subir. Todo eso, además de un libro exquisitamente articulado (que valió un Pulitzer) y una dramaturgia donde se cumple en todo momento esa regla a lo Sondheim o a lo Fosse de que el canto está justificado porque el alma del personaje no podría decir eso de otra manera, genera lágrimas, sacudones en el pecho y un perdón piadoso por una escena final tan cursi y naíf. ¿Cuál es la magia? Eso: magia, mística, comunión.
Se vio más que nunca en la función de anteanoche, con Anthony Rapp presente. Y ésa es la otra particularidad que tienen estas obras mencionadas. Sus actores se vuelven fans. Esa tribu de Hair, es la misma tribu de Rent. Se palpa en el escenario del Konex también. Hay una comunión que provoca, que llega y conmueve. Tanto que a Rapp las lágrimas comenzaron a brotarle apenas comenzó el segundo acto.


La Ciudad Cultural Konex es el lugar ideal, el sitio perfecto para hacer Rent. Tanto que Anthony Rapp tuvo mucha razón cuando dijo que "Jonathan Larson estaría orgulloso de esta versión". El lugar tiene tanta sofisticación como marginalidad, tanto arte como pasión. Con todas las fallas de sonido que muchos podrán argumentar, ese ámbito, con el toque visual-artístico-escenográfico de Facundo Lozano y Ana Repetto, es el agua perfecta para que naden Roger, Mark, Mimi y los demás. Y si la presencia de Adam Pascal y Anthony Rapp, en Broadway, impactan; el talento de Wilson Jermaine Heredia, también del montaje original, deja ver a un Angel que parece insuperable; y el dúo potente que conforman Idina Menzel y Tracie Thoms en la versión cinematográfica, pone la piel de gallina... Pero los integrantes del elenco local, uno por uno, ponen ese coraje que necesita el integrante de la tribu de Rent.

Andrés Bagg da cátedra de lo que debe ser un actor (a-c-t-o-r) de musical, como Mark, más ocupado de su criatura, de su individuo y de sus problemas, que de la prolijidad vocal; y esas interpretaciones son las que dejan marca en el espectador teatrero. Florencia Otero compone a una Mimi que no deja de sorprender: con desparpajo, soltura, y con la misma cuota de erotismo que de sensibilidad. Pablo Sultani vuelve a dejar en claro que hace lo que quiere con la voz, sabe muy bien qué está diciendo en lenguaje cantado y, de esta forma, conmueve. Angel Hernández parece haber nacido para hacer de Angel: es el gran descubrimiento en este montaje, talento de alto voltaje, pero medido. Laura Conforte se ganó por fin ese protagónico tan merecido, como una Maureen que logra que no vuele un sólo pensamiento profano a su monólogo en la platea: segura, sexy e imponente. Déborah Turza tiene una gran voz y se vuelve la partenaire perfecta tanto para Maureen como para Mark. Germán "Tripa" Tripel hace que uno olvide que el cuerpo se le vuelve un problema cuando hace alarde natural de una voz definitivamente preciosa y sentida, con muchos matices. Martín Repetto se vuelve medido en el rol más antipático, Benny, con momentos en los que pone presencia y buena voz. El resto del elenco, es decir, el coro (me gusta llamarlo así, a la vieja usanza) uno de los mejores castings jamás realizados en un musical. Todos ellos tienen sus momentos de lucimiento y a cada uno se lo puede identificar muy bien. No pasan desapercibidos.

La mano de Valeria Ambrosio, en la dirección, tuvo mucho que ver en esto. Esteta, conocedora artesanal del espacio y de la concepción escénica, convence como la mano maestra del Rent local. Y no podría ser placentero ver a esta puesta si no tuviera una versión en español impecable, en la mano, la cabeza y la pluma de Marcelo Kotliar, quien por fin, supo entender que traducir slang norteamericano es poner en escena lunfardo argentino, ser pícaro a la hora de manipular modismos y adaptar frases que podrían afectar la comprensión básica. Es exacta.
Qué bueno que el joven productor Andy Ovsejevich se empecinó en montarla y arriesgar su dinero, "sólo por amor".

En definitiva, Rent es de esas obras que uno, fan, quisiera que nunca bajen de cartel. Pero Jonathan Larson dice: "No hay más que hoy".


Escenas con Andrés Bagg, Ángel Hernández y Pablo Sultani (izq.); y Florencia Otero (der.)
Fotos: Gentileza .Tiff

lunes, 4 de agosto de 2008

Visita al País Vasco


El bellísimo pueblo de Hondarribia (Fuenterrabía), lindante con el País Vasco francés (arriba sup., izq.); la Playa de la Concha, en Donostia (San Sebastián) (arriba sup., der.); una imagen del casco antiguo de San Sebastián (arriba, izq.); y el autor de estas líneas, en Pamplona, durante un San Fermín (der.)

Tierra verde como nunca vi. Bella por donde se la mire. Por su tierra, sus playas y su gente. Como en casa, como en el barrio, como en familia.
Me quedé con este poema de Gabriel Aresti que me llegó hondo, por ser nieto de inmigrantes, por pertenecer a una tierra que parece no progresar nunca, por ser de abajo y siempre ver desde ahí cómo nos horadan el alma. Por eso me quedo con el vasco, rico pero defensor de sus tradiciones, de su cultura. Por eso me quedo con el gallego, orgulloso de su aldea y de su gaita bruja. Por eso me quedo con el boliviano, símbolo de la humildad y de la lucha.
"Defenderé la casa de mi padre./ Contra los lobos, contra la sequía, contra los usureros, contra la justicia, / defenderé la casa de mi padre.
Perderé rebaños, campos, pinedas./ Perderé dividendos, rentas, intereses, /pero defenderé la casa de mi padre.
Me quitarán las armas,/y con mis manos, pero defenderé la casa de mi padre./ Me dejarán sin brazos, sin pecho,/ y, con mi alma, defenderé la casa de mi padre./
Moriré, mi alma se perderá, / mi linaje se perderá, pero la casa de mi padre quedará en pie."
Las siguientes son las notas realizadas desde San Sebastián sobre la interesante feria de teatro que allí se realizó.

Publicada en La Nación el 10 de julio de 2008

San Sebastián: gran polo cultural
Teatro a orillas del mar Cantábrico
La XIV dFERIA reúne a elencos de tres continentes
Uno de los artistas callejeros del grupo canadiense, en el casco antiguo de San Sebastián (izq.); Drákula, del grupo portugués Chapito (centro) y Hnuy Illa, de los grupos Tatanka y Kukai, de Euskadi (der.)

El nombre, con Carlo Argento y Marisa Villar (izq.); y No me dejes así, con Néstor Caniglia, Eugenia Guerty, César Bordón y Claudio Martínez Vel (izq.), ambas obras representando a la Argentina

Por Pablo Gorlero
(Enviado especial)
SAN SEBASTIAN.- Bordear la Bahía de la Concha, con el monte Igeldo que presume, engreído, y contemplar ese mar tan azul que se funde con el cielo sin dejar saber dónde empieza uno y termina el otro, es de una belleza suprema. Los donostiarras tienen el orgullo justificado: viven en una de las ciudades más hermosas del mundo. Aquí se ven ancianos felices, orden y respeto, y vascos orgullosos de saber que tradición y cultura van de la mano. Aquí, hace unos días, el gran Lindsay Kemp hizo su majestuosa Elizabeth I ; dentro de una semana la ciudad acogerá al Festival Jazz al Día 2008, que reunirá a Keith Jarret, Gary Peacock, Bobby McFerrin y Liza Minnelli, entre otros gigantes. Y dentro de unos pocos meses más se llevará a cabo uno de los festivales de cine más importantes del mundo. Moneda corriente para estos vascos afortunados. Y desde el martes pasado, a pesar de los espléndidos días de playa y de que se palpa a pleno cada jornada de los sanfermines en la cercana Pamplona, los donostiarras se llenan de orgullo teatrero con su XIV dFERIA, un pequeño pero contundente festival que reúne una variada gama de expresiones escénicas de Europa, América y Asia. Han llegado cerca de 300 acreditados, además de unos 200 artistas que se reparten en 35 espectáculos.
A los organizadores no los amedrentó ni el sol (que se esconde pasadas las 22). Con anuncios en los principales paseos y numerosa folletería, se ocuparon de informarles a los donostiarras que, por 10 o 30 euros, pueden ir a ver obras de primer nivel.
Sin preámbulos ni discursos, la dFERIA comenzó en el espacio alternativo Lugaritz, de una paquetísima zona de la ciudad. Allí, lejos del protocolo político, el director de cultura del gobierno vasco, Iñaki Gómez Sarasola, acude a cada función, con el mismo entusiasmo de cualquiera. La apertura estuvo a cargo de la compañía portuguesa Chapito, que tuvo una discreta participación con Drákula.
Sus tres integrantes encarnan a decenas de personajes en una particular parodia del conde vampiro imaginado por Bram Stoker. El montaje de John Mowat apuesta a la imaginación del espectador, con la creación de escenografías y vestuarios a partir de pocos objetos, y talento en el teatro físico. Pero se hace algo extenso.
Al finalizar, el cincuenta por ciento del público partió raudo hacia el centro cultural Egia, donde hizo su presentación El nombre, el trabajo de danza teatro de Silvia Vladimivsky y Salo Pasik. Carlo Argento y Marisa Villar pusieron tensión en su relato corporal y con pocas palabras mostraron el autoritarismo, la desaparición de personas y la apropiación de niños durante la dictadura militar argentina.
Afuera, en la calle, la Compañía de Teatro Gestual de Chile alteraba el orden urbano vasco con su espectáculo Su-Seso Taladro. En su performance desafían a los automovilistas, se ríen con la gente, se arrojan debajo de camiones y concretan una propuesta de teatro interactivo que resulta lo más efectivo de la jornada. Mientras tanto, dentro del bellísimo teatro Victoria Eugenia Antzokia, comienza una de las propuestas más prometedoras: Shoku (tacto), de la compañía japonesa Batik, dirigida por Ikuyo Kuroda. Esta propuesta, basada en movimientos elementales, pretende expresar el sentimiento interior femenino y la revolución hormonal, contrapuesta al orden machista oriental. Pero resulta más interesante apreciar la belleza de este teatro de 1912, con más de 900 localidades. Y soñar en que alguna vez nuestro Teatro Nacional Cervantes pueda quedar así de bello.
Y para finalizar la primera jornada, el grupo local Agerre Teatro, recrea su obra existencialista Secando charcos, dirigida por Garbi Losada, con un grupo de correctos actores (Maite Aguirre y Ander Lipus, sobre todo) en el Teatro Principal.
Todavía falta mucho. Se espera la presencia de la compañía de Peter Brook, con Fragmentos, de Samuel Beckett; Méli-Mélo II La vuelta, dirigida por Philippe Tarride, con su compañía francesa Chicos Mambo; y al Chekhov International Theatre Festival, con su montaje de Noche de reyes, dirigida por Declan Donnellan, y su compañía rusa, compuesta por 35 artistas.
La presencia latinoamericana se impone en este encuentro a partir del proyecto Itinerarte (artes escénicas latinoamericanas en gira), que lleva a nueve compañías de la Argentina, Brasil y Chile a un itinerario por distintas ciudades españolas. La propuesta proviene de una argentina, Ariela Mancke. "Surgió con la idea de hacer una plataforma latinoamericana para girar por España. Es un proyecto con vocación de continuidad, que ofrece la oportunidad a varias compañías latinoamericanas de presentar sus espectáculos en España", explica la entusiasta programadora. Los espectáculos argentinos son: No me dejes así, Perras, Algo de ruido hace, El nombre, Alaska y Escrito en el barro.
"Pensamos que sería una buena idea lanzarlo desde nuestra feria. Desde Europa no podemos obviar esta realidad escénica y, aprovechando esta oportunidad de intercambio, debemos encontrar puentes de comunicación para lograr un enriquecimiento mutuo, distintas formas de creatividad que puedan significar un camino de innovación en nuestro sector", expresa, por su parte, Norka Chiapuso, director de dFERIA. Un detalle importante: los elencos argentinos que viajaron a España sólo contaron con todo el apoyo de organismos ibéricos.

Publicada en La Nación el 16 de julio de 2008


Tres imágenes del teatro Victoria Eugenia

Culminó la gran feria de teatro
San Sebastián no sólo es el corazón del cine
Entre muchos grupos, brillaron los argentinos

Por Pablo Gorlero
(Enviado especial)

SAN SEBASTIAN.- Si hay algo que hace que uno se enamore del pueblo vasco es su amabilidad, su simpatía pero, sobre todo, ese orgullo y esa pasión por la fusión de sus tradiciones con el arte.
El domingo finalizó la XIV Artes Escénicas dFeria, de Donostia (San Sebastián), en la que participaron 35 elencos de América, Europa y Asia. Y sobre el final de la penúltima jornada, el sábado por la noche, Norka Chiapuso, el director del encuentro, esbozó una sonrisa, se acercó a la argentina Ariela Mancke (ideóloga del proyecto Itinerarte 08) y le dijo: "Estoy feliz. Por la forma en que todos se han integrado y por la calidad de los espectáculos". Y apenas se le pusieron los ojos vidriosos disparó: "Y bueno, los vascos somos sentimentales". Acto seguido: todos, organizadores, artistas, programadores y periodistas (La Nación fue uno de los medios invitados especialmente) rumbo al punto de encuentro común para brindar y comer mariscos.
Cómo uno no va a emocionarse cuando la acción cultural tiene sus resultados en la calle. En la Plaza Mayor, una bandita de músicos vascos y una payasa invitan a los transeúntes a invertir un buen rato en arte. Así se empiezan a congregar y los acróbatas canadienses de Les Vitaminés los cautivan. Luego, como si fuera el flautista de Hamelin, la banda acarrea a los espectadores rumbo a otro escenario de la Zona Antigua de San Sebastián, y así toda la tarde. Es emocionante la entrega del público.
Del mismo modo, ese entusiasmo hizo que la Compañía de Teatro Gestual de Chile tuviera que agregar presentaciones de Su-seso Taladro, una performance de la que habló todo Donostia durante tres días.
Asimismo, si faltaron espectadores en algunas de las obras internacionales, los elencos vascos llenaron las salas, cada vez que se presentaron. Aunque desparejos en el nivel, una de las mejores propuestas de la Feria tiene ese origen. Hnuy Illa es un espectáculo creado por la compañía de danza Kukai y la de teatro Tanttaka. De una belleza visual pocas veces vista, el resultado de esta fusión artística es potente. La danza tradicional vasca fue incorporada a una propuesta de vanguardia en la que esos saltos tan complicados como rústicos se transformaron en una dramaturgia sólida y repleta de poesía, para ilustrar las relaciones humanas, el amor, la soledad y el exilio. Pero esta propuesta dirigida y escrita por Mireia Gabilondo, con coreografía de Jon Maya no se queda sólo en la expresión de los más profundos sentimientos, sino también en un contenido sociopolítico que no se ubica en la trinchera, sino sólo dice. Para esto, la música de Iñaki Salvador y la poesía de Joseba Sarrionandia son fundamentales, además de un elenco de profesionales espléndidos. Entretanto, la ambientación con proyecciones en dos pantallas superpuestas, realizada por David Bernués, le da el toque de belleza final a este virtuoso montaje con el sonido embelesado de las txalapartas.
Entre las demás propuestas europeas, las más celebradas fueron Noche de reyes, a cargo del Chekov International Theatre Festival, y Fragmentos, a cargo de la compañía de Peter Brook. Ambas, en el majestuoso teatro Victoria Eugenia donde, semanas atrás, deslumbró a todos Alfredo Alcón con su Rey Lear. La primera es la misma versión que se vio el año pasado en el Festival Internacional de Buenos Aires. Una lección de teatro, con creatividad, chispa y esas ganas de volver a verla varias veces. Entretanto, Fragmentos está compuesta por cuatro obras cortas de Samuel Beckett. Ahí se rescata la belleza de la palabra, en boca de tres actores: Hayley Carmichael, Marcello Magni y Khalifa Natour. Una puesta minimalista, pero efectiva, con silencios contundentes y una gestualidad que intenta mantener la excelencia de la dramaturgia.
A su vez, los organizadores quedaron exultantes con los resultados que arrojó el proyecto Itinerarte 08. Hoy, cinco compañías argentinas, con seis espectáculos, se trasladaron a Santander y Segovia para concluir una ruta cultural más que interesante y efectiva. Por dar un ejemplo, Perras, el trabajo que dirigió Enrique Federman, con Néstor Caniglia y Claudio Martínez Vel, despertó la primera ovación del festival. Con entradas agotadas antes del estreno, al igual que No me dejes así, la otra propuesta de Federman. Ambas colmaron en cuatro funciones las localidades de la sala menor del Victoria Eugenia. Fue muy interesante lo que esta excelente propuesta generó en el público que, en principio, no sabía si había que sufrir o morirse de risa. A partir del momento en el que Martínez Vel, Caniglia y César Bordón ponen a Eugenia Guerty cabeza abajo, toda la platea tuvo un código en común que obligó al elenco a salir a saludar cuatro veces, al finalizar la segunda función.
Entre las propuestas argentinas que se presentaron los últimos días, también se escucharon muy buenos comentarios de Algo de ruido hacen, ese gran trabajo de Romina Paula; Escrito en el barro, la versión de Otelo, que hizo Andrés Bazzalo; y Alaska, de Diana Szeinblum. El nombre, de Silvia Vladimivsky, se había presentado en la primera jornada.
"Aunque la Feria va por su décimocuarto año, para nosotros es muy importante, casi esencial te diría, esta edición. Es la reafirmación de comunión cultural que necesitábamos, con este puente de unión con América, que es Itinerarte 08. A su vez, ya estamos viendo los brotes luego de haber sembrado durante varias temporadas. Tratamos de darle a la gente lo mejor del teatro y la danza contemporánea, fuera de lo tradicional y lo ya tantas veces visto; y lo logramos", afirma Norka Chiapuso.
Y entre mozos de blanco y rojo que vuelven (o van) de los sanfermines navarros, y turistas nórdicos que buscan un bronceado decente en las orillas del Cantábrico, los espectadores se mueven, sin disimulo, con orgullo, por toda la ciudad. Ahora a la expectativa de un festival de jazz, luego de otro de cine, y después otro de danza. Muy bien organizados. Y con onda. Qué envidia.
Hnuy Illa, una de las mejores propuestas de dFeria

Para los nostalgiosos de cuarenta y pico 1




Martín Karadagián: tal vez su última entrevista

Por Pablo Gorlero

Este reportaje a Martín Karadagián fue publicado en el libro Tomas, tijeras y cortitos. Historia del catch, de mi autoría, en 1995. Era la segunda ocasión en la que lo entrevisté. La primera vez, todavía era estudiante, y fue en sus oficinas de Callao y Corrientes. Para mí fue como un viaje a la infancia, una emoción que no podía contener y logró que el reportaje fuera un fiasco. Me distraía más mirando todos los afiches y las fotos que colgaban de las paredes, y con esa emoción de estar frente a un creador de imitadores. Porque todos alguna vez jugamos a que éramos Karadagián, o Peucelle, o la Momia, o Pepino, o el Caballero Rojo (recuerdo que en el colegio ninguno quería hacer de Don Quijote, porque era un bajón). También me había recibido Joe Galera (se llamaba Raúl, falleció, y cantaba tangos en una cantina de La Boca).
Me quise tomar revancha y, a medida que avancé con la idea de hacer un libro sobre el catch (no sobre Titanes en el ring), resolví volver a verlo.
Fue en el verano de 1989. Las oficinas de Callao y Corrientes ya no existían. Es que el programa ya estaba en franca decadencia. Así fue que llamé a todos los Karadagiyán de la guía. Una prima de don Martín me pasó el teléfono del garaje que la familia tenía en Pacheco de Melo y Callao, y combiné la entrevista.
Yo era muy joven y, como muchos luchadores me habían hablado muy mal de él, me quise hacer el incisivo. Aunque Karadagián fue tremendamente amable y afectuoso, su familia presente se puso bastante hostil. Por esas razones, la entrevista tampoco fue gran cosa. Me dieron muy poco tiempo; y además de los nervios, mi grabador falló varias veces. Además, Martín estaba muy mayor y las respuestas eran cortas. Es decir: joven, novato y una tarde no muy propicia en suerte.
Bueno, pero así y todo, aquél fue un documento y lo publiqué. Todavía conservo la grabación y es una emoción escucharlo hablar con esa voz cascada ya en el epílogo de su vida. El libro fue reescrito y se reeditará a mediados del año próximo, con agregados y mejoras. Aquí ofrezco ese reportaje, para todos esos memoriosos, nostálgicos y sensibles que vivieron esa extraña década del 70, en la Argentina.

Las 15.50 de la tarde del 20 de abril de 1991. Oficina de un paquete garaje de Barrio Norte. Desde afuera se ve la pequeña figura del campeón sentado frente a un escritorio, hablando por teléfono. Sale Joe Galera “de civil”.
-Tenía cita con Martín- dije yo.
-¿A qué hora?- preguntó Galera.
-A las 16.
-Bueno, don Martín está ocupado, espere afuera, por favor.
En ese momento advertí que había llegado diez minutos antes y esperé con el fotógrafo en la vereda. Adentro, Martín ya no hablaba por teléfono. Estaba desocupado. El y Joe Galera miraban su reloj. A las 16 en punto la puerta se abrió. Tras un saludo cordial y el recuerdo de una entrevista realizada dos años antes, el campeón del mundo comienza el resportaje.
-Don Martín, ¿es o no es campeón del mundo?
-Y… A los 12 años gané el campeonato del mundo de lucha grecorromana. En el match no hay campeón del mundo, pero yo lo puedo decir porque lo fui de verdad.
-¿Por qué catch y no lucha libre?
-Porque el catch es un espectáculo artístico y deportivo. La lucha libre es un deporte.
-¿Por qué a través del tiempo usted fue convirtiendo al catch en un espectáculo meramente infantil?
-No es así. Siempre fue un espectáculo para grandes y chicos. Al principio era sólo para adultos porque las funciones en el Luna Park eran de 22 a 24; ya era tarde para llevar a los chicos. Eran todos matrimonios que no faltaban nunca a la cita… martes, jueves y domingos reservaban sus asientos en el estadio. Ya todos se conocían y se saludaban. Ahora los padres ven el espectáculo con sus hijos por televisión en un horario más accesible. Lo que pasa es que les da vergüenza admitir que les gusta. El hombre en su fuero interno es un niño.
-¿Cuál es el trato que tuvo siempre con sus luchadores?
-Ah… muy bueno… Los luchadores siempre me querían. Para algunos yo era como un padre. Era una relación de compañeros, al margen de mi condición de empresario.
-Pero algunos dicen que usted es un tirano y que les paga sueldos miserables…
-Mentira, son mentirosos… Siempre fui estricto porque hay que serlo. Ante la menor indisciplina los suspendía. En la gira por América Central mandé a algunos de regreso. Siempre los llevé a los mejores hoteles y les pagué buenos sueldos.

De pronto, interviene Galera. “A veces le venían a pedir adelantos apenas cobraran… ¡Y en dólares! Y Martín siempre ayudaba”, dice quien fue su secretario hasta su muerte.

-¿Y por qué, entonces, en este último tiempo lo abandonaron algunos de sus mejores luchadores?

Ahora la que interviene, furiosa, es la esposa del entrevistado. “¡¿Y quién le dijo que son buenos?!”, exclama y abandona la oficina. Como si nada, Martín continúa la entrevista, con la serenidad que mantuvo hasta el final. “Se fueron por problemas de conducta. Si le enseño a alguien a ser carpintero, y mi carpintería en ese momento no trabaja es lógico que el hombre se vaya a otra, yo no soy egoísta. Ellos quieren ganar plata con la lucha, el oficio que aprendieron. Tienen que vivir y yo no les doy de comer ahora”, afirma el armenio.

-¿Alguna vez lastimó a alguien sobre el ring, don Martín?
-Sí, muchas veces… Y a mí también me lastimaron. Una vez yo tenía que luchar con el italiano Primo Carnera, campeón de boxeo. Y resulta que lo amenazó la mafia. Lo llamaron por teléfono y le dijeron que no debía perder porque si no los haría quedar muy mal. Él me pidió que lo dejara ganar pero, por una cuestión de orgullo, le dije que no, que no me iba a dejar ganar. Y bueno… nos peleamos en serio, hubo mucha sangre y le gané.
-¿Y la mafia?
-Ah… no sé. (Ríe).
-Usted impuso la costumbre de la musculosa en el catch. Después hasta los yanquis la adoptaron.
-Es que antes luchábamos en slip. Me parecía que estábamos muy desnudos, sudados y quedaba feo. Así que impuse la musculosa porque era más estético. Además, siempre mis luchadores parecían castrados. Los obligaba a usar suspensor y más de una malla encima, depende quién, para que no se les noten sus atributos.
-¿Qué requisito debe reunir un luchador para estar en su troupe?
-Debe ser fuerte, atlético y debe ir a entrenar disciplinadamente.
-¿El luchador debe ser actor?
-Los catchers ya somos actores, desde el primer momento de pisar el estadio representamos roles. Lo que sucede es que, a menudo, el luchador es muy parecido al personaje que tiene que interpretar. Un ejemplo es Atila. Él es igual en su vida real.
-¿Cómo se decida al ganador de la lucha?
-Lo decido yo tomando en cuenta el éxito de cada uno.
-El catch es un buen negocio, ¿no?
-No, ahora no. Es un vicio. No es un negocio beber, tampoco hacer catch. Pero el luchador sigue luchando como el bebedor sigue bebiendo. Antes sí lo fue. Todo lo que tengo lo hice con la lucha.
-¿Tiene amigos en el ambiente?
-Todos. No tengo enemigos. Porque vayan a luchar a otro lado no quiere decir que sean enemigos. Si yo los crié. Lo que me interesa es que no hablen mal de mí. El amigo número uno es Joe Galera, mi gran colaborador. Los demás son buenos amigos, no grandes.
-Se llevó bien con todos los gobiernos.
-Es que soy apolítico. Al gobierno hay que respetarlo sea quien sea.
-¿Por qué nunca hizo luchar a mujeres?
-Porque las mujeres son para el amor.
-¿Quién era La Viudita?
-Era una viuda que se pensaba que todo era en serio y le gustaba estar allí dando vueltas por el ring.
-¿Y la Momia?
-Primero fue Iván Kowalsky. Cuando falleció, fue el Gitano Ivanoff, y después lo interpretaron distintos luchadores.
-¿Y eso de que Imbelloni era el Caballero Rojo?
-¡No! Imbelloni jamás estuvo en mi troupe. El Caballero siempre fue un gran luchador de apellido Reynoso.
-¿Qué le parece el catch que hacen los norteamericanos?
-El nuestro es más recio. Aquél es pura fantasía. Apenas se tocan, vuelan. Una vez uno de ellos me dijo que sus cuerpos son para el cariño de mujer, no para recibir golpes. Bah…

Para los nostalgiosos de cuarenta y pico 2




Publicada en La Nación, el 4 de agosto de 2008

Idolo de Titanes en el Ring

Falleció el Caballero Rojo

Por Pablo Gorlero

"Abrazame. Hoy estás más linda que nunca", le dijo el Caballero Rojo a su esposa. Y cerró los ojos para siempre. Sin máscara.
Fue el viernes, a las 5 de la madrugada, cuando una enfermedad pulmonar le ganó la última lucha al mítico Caballero Rojo, de Titanes en el ring . Todos los negocios de San Pedro decidieron no levantar sus persianas. Durante años, todo un pueblo guardó el secreto de la identidad verdadera del personaje. Humberto Reynoso era el ídolo de todos y, por eso, entre los vecinos y amigos cubrieron sus restos de innumerables claveles rojos.
"Fue un ejemplo de vida para todos acá. El personaje era como él: amable, caballero, auténtico y leal. Siempre lo venían a buscar para entrevistarlo y él se emocionaba por el amor y el recuerdo de la gente", señaló Adela de Jesús de Reynoso, su compañera hasta el final.
Existió siempre una gran intriga en torno a este personaje y en cada barrio del país hubo alguien que decía ser el Caballero Rojo. Hasta Norberto Imbelloni. Pero el único y auténtico fue Humberto Reynoso o "Baby" Reynoso, como le decían todos.
En los años 60 vivía en uno de los edificios frente al Luna Park. De jovencito se cruzaba al gimnasio para observar a sus ídolos hasta que le enseñaron la técnica y los secretos del catch. Se inició en ese estadio en 1960 como El Araña, debido a su elasticidad y contextura física, pero inmediatamente, en 1962, a partir de la primera edición de Titanes en el ring , se transformó en el Caballero Rojo e, inmediatamente, en ídolo indiscutido del público. Siempre quiso mantener su vida privada al margen de su pasión por la lucha y entraba al estadio o al canal de televisión, de particular y con las manos en los bolsillos. Un acompañante ingresaba unos minutos después con el bolso que contenía su identidad de luchador, para que nunca se conociera su rostro.
Fue considerado por sus colegas uno de los profesionales más correctos y técnicos, y todos lo definían como un verdadero caballero.
También luchó con éxito en Brasil y era un verdadero amante de la justicia. Cuando algo le molestaba, daba media vuelta y partía hacia otro rumbo. Así fue como en más de una oportunidad intentó formar otra troup de catch independiente y como dejó Titanes... promediados los 70. Entre gira y gira trabajó muchos años en el puerto, hasta que regresó a su ciudad amada. Luchó hasta 1980, pero cada tanto hacía alguna demostración en los múltiples homenajes que le hacían sus compañeros y sus fanáticos. Hasta tuvo una historieta: El Caballero Rojo , una genial saga que inventó Tony Torres, tal vez su primer admirador.
A partir de ahora, perdurará en la memoria de generaciones de chicos que soñaron con ser como él.