Publicada en la revista Imperio, en julio de 2003
Un ejemplo de creatividad
Por Pablo Gorlero
(enviado especial)
LOS ANGELES, Estados Unidos.- Las formas y subgéneros del teatro musical son tan diversos que aseveran aún más la teoría de que continúa en proceso de formación. Contrariamente a lo que muchos puristas del género puedan afirmar, Broadway no es la cuna de la comedia musical sino el sitio donde se forjaron las grandes producciones. Y esto no le quita mérito, por el contrario, le agrega. Es en el teatro musical estadounidense donde todas las artes funcionan en cadena y con mucho peso. Libro, partitura, escenografía, vestuario, dirección, interpretaciones, todos ingredientes en forma unívoca que dan vida a un hecho artístico que afecta a los sentidos. “El rey león” (“The Lion King”) es una muestra fiel de lo que la parafernalia estadounidense puede hacer cuando se le suma un talento creativo casi sin precedentes.
A juzgar por su éxito, la obra de Disney ya se perfila como uno de los megamusicales que más tiempo va a permanecer en la cartelera de Los Angeles (el récord lo tuvo “El fantasma de la ópera”: 4 años). Dos años después de su estreno neoyorquino, la pieza de Roger Allers y Irene Mecchi se instaló en el renovado teatro Pantages, de Hollywood, una joya arquitectónica barroca casi tan espectacular como el espectáculo que alberga.
Por supuesto, la historia está basada en la película de dibujos animados que escribieron Irene Mecchi, Jonathan Roberts y Linda Woolverton: una fábula sobre Simba, un joven león príncipe que debe madurar en el exilio porque su malvado tío Scar se apoderó del reino de su padre para convertirlo en una tierra desolada. La obra cuenta con las letras y música de Elton John y Tim Rice, pero se le han agregado temas adicionales compuestos por Lebo M, Mark Mancina, Jay Rifkin, Julie Taymor y Hans Zimmer.
A los críticos de Broadway les costó definir qué es “El rey león”. Peter Schneider y Thomas Schumacher, cabezas de la Disney’s Theatrical Division contrataron para semejante desafío a la directora y coreógrafa Julie Taymor, a quien consideraban una gran creativa. Era difícil hacer un musical con animales sin que parezca una obra infantil. A ella se le ocurrió focalizar el espectáculo en los íconos africanos y pensó a los personajes protagónicos con trajes y sombreros especiales, únicos, con diseños de aquél continente y razgos típicos de cada personaje. Otros, como el suricato Timón, el jabalí Pumba, el pájaro exótico Zazu y las hienas son actores con trajes-marioneta que desarticulan a gusto y los hacen formar parte de su propio cuerpo en un derroche de creatividad. Lo mismo ocurre con el coro, que representa a distintos animales e incluso a la vegetación.
Era obligado que el 99 por ciento del elenco sea de raza negra. Y así es también en esta versión californiana que es exactamente de la misma calidad (o mejor) que la de Nueva York. Incluso, la compañía Disney gestionó las visas de trabajo para cinco cantantes sudafricanos que integran el elenco. John Vickery, el actor que animó al malvado Scar en Broadway, integra ahora esta versión, despliega carisma y pone los acentos en la actuación. El resto del elenco se compone por figuras con experiencia en musicales: Clifton Oliver (“Rent”, “Ragtime”, “Grease”), como Simba; Rufus Bond Jr (“Miss Saigon”, “Rent”), es Mufasa; Fuschia (“Les Miserables”, “Dreamgirls”), como Rafiki; Danny Rutigliano (“Godspell”, “Yiddle With a Fiddle”), como Timón; y William Akey (“Ragtime”, “Forever Plaid”), como Pumba, entre otros.
El espectacular vestuario y la creativa escenografía son una idea de la misma directora, quien yuxtapuso todos los géneros en función de las acciones. Así resolvió la estampida de ñus con títeres, escenografía, efectos y coreografía y la cacería de las leonas con un diseño de danza impecable.
Aunque las canciones principales son del archifamoso dúo que componen Elton John y Tim Rice, los temas adicionales contienen desde ritmos africanos hasta el más fiel estilo del musical y constituyen los momentos más emocionantes de la pieza. Los más recordables: “He Lives in You”, “Shadowland” y “Endless Night”.
Aquel que se de una escapada por la meca del cine, que no deje de pasar por el Pantages Theatre. No es tan complicado conseguir entradas como en Broadway. Lo recomendable es pasar por la boletería unas horas antes de la función si es un día de semana, o uno días antes si se quiere ir a una de las funciones de viernes, sábados y domingos. Asimismo, los boletos son mucho más barato que en Nueva York: oscilan entre los 12 y los 77 dólares. Claro que para ubicarse en el pasillo, que es por donde pasan los animales en el tema principal de la obra, hay que pagar 127 dólares.
Un ejemplo de creatividad
Por Pablo Gorlero
(enviado especial)
LOS ANGELES, Estados Unidos.- Las formas y subgéneros del teatro musical son tan diversos que aseveran aún más la teoría de que continúa en proceso de formación. Contrariamente a lo que muchos puristas del género puedan afirmar, Broadway no es la cuna de la comedia musical sino el sitio donde se forjaron las grandes producciones. Y esto no le quita mérito, por el contrario, le agrega. Es en el teatro musical estadounidense donde todas las artes funcionan en cadena y con mucho peso. Libro, partitura, escenografía, vestuario, dirección, interpretaciones, todos ingredientes en forma unívoca que dan vida a un hecho artístico que afecta a los sentidos. “El rey león” (“The Lion King”) es una muestra fiel de lo que la parafernalia estadounidense puede hacer cuando se le suma un talento creativo casi sin precedentes.
A juzgar por su éxito, la obra de Disney ya se perfila como uno de los megamusicales que más tiempo va a permanecer en la cartelera de Los Angeles (el récord lo tuvo “El fantasma de la ópera”: 4 años). Dos años después de su estreno neoyorquino, la pieza de Roger Allers y Irene Mecchi se instaló en el renovado teatro Pantages, de Hollywood, una joya arquitectónica barroca casi tan espectacular como el espectáculo que alberga.
Por supuesto, la historia está basada en la película de dibujos animados que escribieron Irene Mecchi, Jonathan Roberts y Linda Woolverton: una fábula sobre Simba, un joven león príncipe que debe madurar en el exilio porque su malvado tío Scar se apoderó del reino de su padre para convertirlo en una tierra desolada. La obra cuenta con las letras y música de Elton John y Tim Rice, pero se le han agregado temas adicionales compuestos por Lebo M, Mark Mancina, Jay Rifkin, Julie Taymor y Hans Zimmer.
A los críticos de Broadway les costó definir qué es “El rey león”. Peter Schneider y Thomas Schumacher, cabezas de la Disney’s Theatrical Division contrataron para semejante desafío a la directora y coreógrafa Julie Taymor, a quien consideraban una gran creativa. Era difícil hacer un musical con animales sin que parezca una obra infantil. A ella se le ocurrió focalizar el espectáculo en los íconos africanos y pensó a los personajes protagónicos con trajes y sombreros especiales, únicos, con diseños de aquél continente y razgos típicos de cada personaje. Otros, como el suricato Timón, el jabalí Pumba, el pájaro exótico Zazu y las hienas son actores con trajes-marioneta que desarticulan a gusto y los hacen formar parte de su propio cuerpo en un derroche de creatividad. Lo mismo ocurre con el coro, que representa a distintos animales e incluso a la vegetación.
Era obligado que el 99 por ciento del elenco sea de raza negra. Y así es también en esta versión californiana que es exactamente de la misma calidad (o mejor) que la de Nueva York. Incluso, la compañía Disney gestionó las visas de trabajo para cinco cantantes sudafricanos que integran el elenco. John Vickery, el actor que animó al malvado Scar en Broadway, integra ahora esta versión, despliega carisma y pone los acentos en la actuación. El resto del elenco se compone por figuras con experiencia en musicales: Clifton Oliver (“Rent”, “Ragtime”, “Grease”), como Simba; Rufus Bond Jr (“Miss Saigon”, “Rent”), es Mufasa; Fuschia (“Les Miserables”, “Dreamgirls”), como Rafiki; Danny Rutigliano (“Godspell”, “Yiddle With a Fiddle”), como Timón; y William Akey (“Ragtime”, “Forever Plaid”), como Pumba, entre otros.
El espectacular vestuario y la creativa escenografía son una idea de la misma directora, quien yuxtapuso todos los géneros en función de las acciones. Así resolvió la estampida de ñus con títeres, escenografía, efectos y coreografía y la cacería de las leonas con un diseño de danza impecable.
Aunque las canciones principales son del archifamoso dúo que componen Elton John y Tim Rice, los temas adicionales contienen desde ritmos africanos hasta el más fiel estilo del musical y constituyen los momentos más emocionantes de la pieza. Los más recordables: “He Lives in You”, “Shadowland” y “Endless Night”.
Aquel que se de una escapada por la meca del cine, que no deje de pasar por el Pantages Theatre. No es tan complicado conseguir entradas como en Broadway. Lo recomendable es pasar por la boletería unas horas antes de la función si es un día de semana, o uno días antes si se quiere ir a una de las funciones de viernes, sábados y domingos. Asimismo, los boletos son mucho más barato que en Nueva York: oscilan entre los 12 y los 77 dólares. Claro que para ubicarse en el pasillo, que es por donde pasan los animales en el tema principal de la obra, hay que pagar 127 dólares.
Se puede ver una edición de video fantástica en: www.disney.go.com/theatre/#/home/
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