Publicada en el diario La Nación, en septiembre de 2007
Ver en escena a Ute Lemper es sentirse enamorado. Es la cantante que contiene a todas las cantantes. Capaz de interpretar el repertorio de la posguerra alemana con esa mezcla sórdida y romántica, como de trabajar en comedias musicales tan diversas como Cats, Chicago, Cabaret o Peter Pan. Nació en Münster, Alemania, en 1963 y, seguramente, si Kurt Weill viviera la elegiría para interpretar su repertorio. No por casualidad, los grandes shows y discos de Ute Lemper fueron Kurt Weill Recital, Berlin Cabaret Evening, Los siete pecados capitales, Kurt Weill Revue (de Pina Bausch); Ute Lemper Sings Kurt Weill, La ópera de tres centavos, Los siete pecados capitales, Mahagonny Songspiel y Berlin Cabaret Songs.
Pasado mañana llegará a la Argentina para hacer dos shows distintos en el Gran Rex. El martes, bajo la dirección musical de Jan Latham-Koenig y presentada por el Teatro Colón, interpretará Los siete pecados capitales, de Bertolt Brecht y Kurt Weill, junto a la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires. Entretanto, el miércoles, hará Angeles entre París y Berlín, un nueva versión del espectáculo de cabaret que presentó en distintas partes de Europa con su propia banda, en el que intercala a los mejores exponentes de la canción francesa y alemana. Allí interpretará temas de Edith Piaf, Ferre, Prevert y Brel, así como explorará el bajofondo berlinés, con canciones de Hollaender, Weill y Brecht, y lo condimentará con temas propios, de Tom Waits y Joni Mitchell. En este show tendrá a la argentina Lidia Borda como artista invitada.
“Para mí será un placer trabajar con la Orquesta Sinfónica del Teatro Colón, ya que Los siete pecados capitales es una de las mejores expresiones musicales de Weill y Brecht –dijo a La Nacion en charla telefónica desde Nueva York-. El segundo show es más contemporáneo y experimental. Ahí pongo en juego mi poder de improvisación ya que nadie sabe lo que voy a hacer en escena. Además son sonidos distintos. Pero tampoco es un show de vanguardia ni avant garde, sino música libre. Creamos situaciones para nosotros y para la gente, con una guitarra y un piano. Es retroceder a los años 20 y recordar la poética de Jacques Brel o de Hollaender. Inclusive habrá canciones en idish. Es algo muy diferente a lo que se ve hoy en día”.
Hace muy poco tiempo protagonizó la versión de Sam Mendes de Cabaret, en el Follies Bergere de París. Le fascina el musical, pero siempre vuelve al intimista estilo de kabaret alemán. “Viví diferentes culturas. Pasé entre 10 y 15 años en París, y también mucho tiempo en Londres, en Alemania, en Nueva York… y de alguna forma encuentro muchos puntos de unión. Pero también tengo que reconocer que la impronta francesa fue muy importante en mi vida. En el caso de Brecht y Weill me atrae su mensaje político. Es lo opuesto a lo romántico. Lo escuchás y te trasladás mágicamente a Berlín o a Munich. Esos textos, esas canciones les abren los ojos a las personas sobre la libertad, sobre el poder de elegir, sobre la diversidad de ideas y hasta la apertura sexual. Me fascina la cultura de lo libre”.
La versión en concierto que hará de la obra de Brecht y Weill será junto a un cuarteto solista local integrado por Osvaldo Peroni, Mirko Tomas, Hernán Iturralde y Nahuel Di Pierro. Es una obra concebida como un ballet cantado en nueve escenas, que cuenta la historia de dos hermanas que recorren siete ciudades de los Estados Unidos que representan cada pecado capital. El texto de Brecht es una fuerte crítica al capitalismo, con su característico tono irónico y satírico y fue estrenado en París en 1933, con coreografía de George Balanchine y la famosa cantante, esposa de Weill, Lotte Lenya como protagonista. Asimismo, esta obra fue la última colaboración entre Brecht y Weill, y marcó el final de la carrera europea del compositor, que acosado por el nazismo tuvo que emigrar a los Estados Unidos.
-¿Por qué te atrae tanto el repertorio de Brecht y Weill?
-Es que toda mi vida conviví con expertos en esos repertorios. No sé si hay autores cuyos trabajos estén tan llenos de expresión y de espíritu joven. Siento que eso es lo que represento. Es mi repertorio de raíz. La filosofía de sus textos es fascinante. Eran genios, pero a su vez, eran muy vulnerables.
-Sos muy joven, sin embargo, conocés profundamente el alma de aquellos años de posguerra…
-Es que se trata de una cultura heredada de tiempos pasados, de épocas de revoluciones. Aunque no lo hayas vivido, en Europa es imposible no mamar ese pasado. Y ese pasado viene con esa atmósfera. Crecí en los años 60 y fue fantástico redescubrir este tipo de música y devolverlo al mundo moderno. Pero a su vez, el mundo estaba muy preparado para revivir este tipo de música que vino de la posguerra. Porque, a pesar de todo lo que dicen estas canciones y de lo que significan, tienen un sentido del humor muy fino, agudo y divertido a la vez.
-¿La teatralidad es imprescindible para interpretar estas canciones?
-No tanto. Creo que lo importante es la inteligencia de la palabra. Cómo suena la palabra. La experiencia humana del artista es la que lleva al resultado. Mi estilo es que no soy convencional y hago volar la interpretación. Tengo un espíritu muy libre y provocativo. Creo que me ayudó mucho el haber vivido en Alemania para comprender a sentir el alma de lo que es y fue vivir en Berlín. Es muy fuerte pertenecer a esa ciudad en algún momento.
-¿Creés que Kurt Weill te hubiera elegido como su intérprete de cabecera?
-¡No! Estaba casado con Lotte Lenya, que era genial y fue su gran intérprete. Qué grandioso que fue Weill. Quizá le hubiera gustado mi estilo, eso sí.
-Pero muchos dicen que sos la sucesora de Lotte Lenya…
-Qué se yo… Sí, algunos lo dicen. Pero también me dijeron que tengo cosas de Marlene Dietrich y de Edith Piaf. Creo que soy quien soy y que, seguramente, tengo cosas en común con todas ellas. Sé que tengo mucho de Lotte, pero no me siento su sucesora.
-¿Con un amor tan grande por la sordidez europea, por qué elegiste Nueva York para vivir?
-Porque esa ciudad no es Estados Unidos. Es muy europea. Todas las ciudades quisieran tener un poco de Nueva York. Es un sitio lleno de vida, con gente muy loca. Además, te digo la verdad: tengo ahí a mis tres hijos. En Nueva York encuentro no sólo cosas de Europa, sino de todas partes del mundo. Y la encuentro como el resumen de toda mi vida.
Pablo Gorlero
A lo largo de más de 20 años, hubo muchas notas que terminaron en el olvido, otras que envolvieron papas o huevos, pero muchísimas que uno recuerda y que quiere. Siempre pensé que sería bueno tener un lugar donde volver a publicarlas ya que, años atrás, no había Internet como para que todo el mundo pudiera verlas. Quería compartir estos escritos sobre teatro, televisión, cine y alguna que otra cosita; más lo que tenga ganas de escribir y se me ocurra. Ojalá sirva de algo. Un abrazo.
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