jueves, 12 de junio de 2008

Un musical fascinante sobre el movimiento hippie


Escrita porque tuve ganas, en 2003

Un viaje al “flower power”

“Hair”. Libro y letras: James Rado y Gerome Ragni. Música: Galt MacDermot. Producción: Michael Butler y Gustavo Rojana. Adaptación, puesta en escena y dirección general: Rubén Elena. Dirección musical: Mariano Tito. Dirección vocal: Tom “Tyson” Williams. Producción ejecutiva: Jacqueline Evans. Coreografía: Emilio Buis. Elenco: Horacio Fitenco, Onel Arú, Gustavo Guzmán, Claudia Tejada, Liliana Vercellini, Sebastián Giménez, Tom Williams, Marcos Martínez, Edgar Roggenbau, Pablo Passarella, Mariana Clark, Patricia Lorca, Gimena Argomaniz, Milagros Almeida, Analía Clark, Valeria Tabares, Jano Herrera, Nicolás Puiggari, Rodrigo Cecere, Julián Mardirosián, Liliana Forti, Anahí Core, Marina Tamar, Mariana Clusella, Karina Lis D’Arino, Daniela Pantano, Sandra Perralta, Paulo Hgnioug, Laila Staimel y Sonia Lamolino. Teatro Premier, Corrientes 1565.

Salir de los sesenta y entrar de bruces en el 2003 podría deslumbrar, apabullar. Pero salir del 2003 y abrir los ojos en los sesenta puede hacer pensar cuánto que se ha hecho, cuánto ha pasado y qué poco se avanzó en temas esenciales, de esos que tienen que ver con el espíritu. Es verdad, los prejuicios se fueron haciendo añicos y hoy nadie se ofende porque otro lleve el pelo largo o ame distinto. Pero... ¿el amor y la paz? Antes sonaba ideal y poético, hasta valiente. Ahora, “naif”. Algo se hizo pedazos.
Dentro de pocos días, “Hair” cumplirá 36 años. Ya casi no hay hippies y el “flower power” hoy es un recuerdo que se impone evanescente. Ya pasó mucho desde que Rubén Elena y Alejandro Romay la pusieron en pie en una Argentina que estaba pronta a lo peor. Sin embargo, la obra fue un suceso. En la historia de la comedia musical fue un referente y un emergente. Con “Hair” se afianza el musical donde el concepto prima sobre la trama y le da un portazo al romanticismo imperante en el género. Con un estilo mixto en el que se descubren elementos de Artaud, de la técnica transformadora de Megan Terry, del teatro épico de Brecht y hasta de la Comedia dell’Arte, “Hair” tiene un solo propósito: implorar la paz y acusar, pero no con el dedo índice sino con el alma (y su alma es rebeldía).
Para ver el “Hair” de hoy, antes que nada, hay que sentar la idea de que se va a asistir a la reposición de un clásico. La adaptaciíon es leve (afortunadamente) y no saca a la obra de su contexto sesentista. Por lo tanto, el espectador debe reubicar su atención cronológica. Si no se mira a “Hair” como a una obra histórica, su temática, sus textos y hasta su estilo, pueden resultar de una liviandad exasperante. No así su trama, ya que los norteamericanos siguen haciendo guerras porque sí.
La puesta es estrictamente respetuosa con el original y sólo se han realizado algunos cambios en unas pocas letras de canciones, que la favorecen. El coro de “niños” del tema “Iniciales” cambió “LSD” por la palabra “petróleo” y la alusión a Nixon se reemplazó por el génerico “presidente”. Es objetable la feminización de los policías que aparecen al final del primer acto. No existe un por qué en una obra que, precisamente, derriba muros.
En cambio, se realizaron numerosos arreglos en la partitura original que la aggiornan favorablemente, no le quitan esencia y le agregan emoción. Precisamente, esto último es basal en el propósito de la pieza. Apunta directamente a los sentidos y a las emociones del espectador, pero no desde la herramienta fácil, sino como efecto de un trabajo en el que música, texto, estilo y actuaciones son un resultante unívoco.
Esta vez, Rubén Elena no pudo ir a buscarse hippies por las plazas y los balnearios argentinos y uruguayos, como en el 71. Tuvo que elegir a su elenco en la forma tradicional: con audiciones. Como aquella vez, “Hair” tiene dos elencos: cada personaje protagónico es interpretado por dos artistas y en ambos grupos se encuentran algunas desigualdades, sobre todo en lo que tiene que ver con lo actoral.
Horacio Fitenco –como Claude- y Gimena Argomaniz –Jeannie, la embarazada- logran conmover en una actuación que parte de las tripas. Se los ve en rol permanentemente sin riesgo de caer en el pecado común de los artistas de musical: estar más atentos por no errar a la nota o al paso de baile. Excelentes ambos. También son muy buenas las labores de los dos Berger: Gustavo Guzmán y Sebastián Giménez; de Liliana Vercellini (Sheila), Marcos J. Martínez (Hud), Pablo Passarella (Woof) y en sus respectivos temas musicales: Tom Williams, Anahí Core, Sandra Peralta, Mariana Clark, Valeria Tabares, Liliana Forti y Milagros Almeida. Pero una mención aparte merecen Nicolás Puiggari y Julián Mardirosián. Ambos demuestran que los papeles chicos no existen cuando hay grandes intérpretes. Buenos actores y cantantes exquisitos que son un soporte importante y necesario, pero que están para mucho más.
Otro aspecto a destacar es la puesta de luces de Sandro Massironi, precisa en los acentos.
En resumen: “Hair” logra conmover, sobre todo, con un final que es practicamente imposible que no quede grabado en las mentes de los asistentes, que no dudan en subir al escenario a festejar ese deseo de “dejar que entre el sol”.

Pablo Gorlero

El movimiento hippie nacido en los Estados Unidos, se desparramó por todo el planeta con una rapidez que dejaba a la luz las necesidades de libertad de los jóvenes del mundo. El “flower power” había logrado que hablar de amor y paz fuera revolucionario. La Argentina no estuvo ajena a ese movimiento de pacifistas que, principalmente, se multiplicaron en los últimos años de la década del 60. “Hair”, musical paradigmático (ver capítulo aparte), se estrenó en Broadway en 1968, escrita y producida por verdaderos hippies. Por aquel entonces, el director teatral Rubén Elena estaba capacitándose en Roma, luego de una beca que el Fondo Nacional de las Artes le otorgó para estudiar dirección en España. Allí conoció a Isabelle Blau, representante y amiga de los autores de “Hair”, y le hizo saber que tenía interés en hacer la obra en la Argentina. A la semana, recibió noticias de Nueva York: los derechos de la obra estaban libres, aunque “mister” Alejandro Romay y el norteamericano Michael Butler estaban interesados en la producción. Elena vendió su “fitito”, se tomó un tren a Bruselas y, de ahí, un avión a Nueva York. Allí, a los 25 años, cambió su vida al conocer a James Rado, Gerome Ragni y Galt MacDermot, los autores de “Hair”: “Fueron largas charlas en el Central Park, donde nos enganchamos mucho en la manera de expresar, de sentir, de encontrarnos con el surrealismo en el teatro, a través del movimiento dadá y después, fundamentalmente, con el lenguaje que propone Antonine Artaud y su teoría de la crueldad. Les conté mis ideas y mis pretenciones en torno a la puesta y se entusiasmaron. Me llevaron a la oficina del manager y allí nos enteramos de que Romay había depositado un cheque por los derechos. Ahí nomás, ellos dijeron que no, que se lo devuelvan, que no estaban interesados porque estaba vinculado al teatro comercial”, recuerda Elena. A partir de ese instante comenzó su sueño: pasó a vivir en grandes hoteles, con una intérprete y varios meses de capacitación en Nueva York, Boston y Chicago, con distintos directores y productores, todo a cargo de sus mecenas hippies. Hippies con plata, claro. Y él también comenzó a hacerse hippie. Allí conoció a Michael Buttler, un multimillonario amigo personal de John F. Kennedy, que abrazaba la causa de la paz del “flower power”. Lo invitó a París y allí ultimaron los detalles para poner en escena la obra en Buenos Aires. “Como sabíamos que podía haber muchos problemas con la censura debido a los desnudos y a los temas que se tocaban, creyeron que era conveniente volver a contactarse con Romay para que la produzca porque tenía influencia y poder”, recuerda Elena, quien obtuvo los derechos, se hizo hippie y voló a Buenos Aires para ponerse a dirigirla en el teatro Argentino.
El concepto argumental de la obra, su exposición eluciaria del movimiento hippie y su oposición al poder establecido, sedujeron a Alejandro Romay desde que supo de su existencia. Tanto como para bajar de cartel a “El violinista en el tejado”, en medio de un éxito rotundo. Unido a Daniel Tinayre, se asoció con Buttler y se decidió a producirla para estrenarla en el teatro Argentino, en 1971, con un inusitado éxito.
Una de las imposiciones de los autores era que el elenco tenía que estar constituido por verdaderos integrantes del movimiento hippie, porque nadie mejor que ellos entendería el mensaje y el concepto de la obra. Por eso, Elena, el productor ejecutivo Richard Osorio, el director musical Steve Gilette y el coreógrafo Jerry Combs salieron a buscar hippies por las plazas y los cafés porteños, los recitales y las playas bonaerenses y uruguayas. Allí encontraron a parte del elenco, mientras que otros tantos fueron elegidos a través de audiciones. Pero la relación entre Elena y Romay era insostenible. Según el director, no le perdonaba que le hubiera sacado los derechos de la obra. “Fue una pelea permanente porque él quería incorporar a sus artistas de Canal 9. Era gente de los programas ‘Sábados de la bondad’ y otros que venían de ‘El club del clan’. Llegó un momento en el que no pude soportar más la presión y llamé a Fred Reinglass, amigo mío, y director de la obra en varias ciudades, y le pedí que venga”, recuerda el director. Finalmente, de todos los propuestos por Romay, fueron elegidas Susan Ferrer, Valeria Lynch, Mara Lúa, Kim Karam, Vicky Buchino y Simonet. Claro que al ver los ensayos con tanto pelilargo, casi todas huyeron. Las únicas que quedaron en el elenco inicial fueron Karam y Ferrer. No obstante, las diferencias entre Romay y Elena se acentuaron y acabaron con la renuncia de este último, sólo dos semanas antes del estreno. Por su parte, el productor decidió explicar el malentendido con una fábula ajustada a su estilo verborrágico: “Recuerdo que él estaba embarcado en la famosa teoría de Stanislavsky –recordaba Romay años después-. A la octava semana entré sorpresivamente a un ensayo y me encontré con todo el elenco manoseándose. Cuando pregunté qué pasaba, me dijeron que hacían ejercicios corporales de integración. Si mal no recuerdo, Rubén Elena empezó a correr y yo detrás de él. No pude alcanzarlo y, hasta hoy, lo estoy buscando”.[1]
La obra se estrenó prácticamente sin cambios en el libro (sólo se eliminó una escena de masturbación con la bandera estadounidense) y fue una novedad no sólo por su temática, sino también por sus desnudos, el lenguaje y los pintorescos personajes que en ella trabajaban. Desde siempre, Alejandro Romay fue precursor a la hora de importar y trajo al país, obras revolucionarias en cada género. “Alguien tiene que ser el primero, con todos los riesgos que eso implica. ‘Hair’ Significó el primer grito que se escuchó en el mundo contra el armamentismo, contra el espíritu belicista y, especialmente, contra esa guerra que en Vietnam produjo la degradación de miles de jóvenes norteamericanos. Yo tuve conciencia de que ese mensaje debía ser dado en la Argentina”[2], reflexionaba años más tarde. Romay y Tinayre sabían que tenían en sus manos una obra que hablaba de muchas cosas que la gente quería escuchar y que, a la vez, despertaría una gran polémica. Realizaban una función diaria de martes a viernes y cuatro los fines de semana, en el marco de duras críticas y amenazas de censura por el supuesto mensaje libertino de la obra y los desnudos del final del primer acto.
Era plena dictadura de Onganía y, por ese entonces, el sexo era un tabú y el pelo largo casi un delito. Desde el día del estreno, los arrestos a los integrantes del elenco y a sus amigos fueron periódicos. Ni siquiera las jóvenes y prominentes estrellas del Canal 9 estaban exentas de ser conducidas a la comisaría por “averiguación de antecedentes”. Los hippies del elenco vivían en comunidad, en una casa cercana al teatro, y cada vez que finalizaban las funciones, iban a comer al mismo local. Allí se reunían con un nutrido número de seguidores y amigos. Uno de los más asiduos y fieles era el rockero Miguel Abuelo. Esos amigos del elenco eran quienes más sufrían las razias policiales. Fueron muchas noches de arrestos y cortes de cabello al ras en las comisarías.
Después de unos meses de haber estrenado, los productores se las veían negras con sus hippies verdaderos ya que ellos seguían su filosofía y volvían a Villa Gessell o a El Bolsón para reaparecer cuando querían o nunca más. Eso y sucesivos reclamos gremiales originaron el alejamiento de muchos hippies originales y el ingreso de más artistas de Canal 9. “El repositor Fred Reinglass nos repetía a cada momento: ‘Hair’ es un sentimiento, una filosofía de vida. Cuando lo hagan por dinero significará que se terminó su unión con la obra’. Y era totalmente cierto. De los auténticos, quedaban los hippies aburguesados. Incluso, se fue Teddy Vega, que era el protagonista de la obra. Ellos querían vivir libremente y, como llenábamos la sala todos los días, con cuatro funciones los fines de semana, se dieron cuenta de que no se podían hacer ambas cosas.”, recuerda Susan Ferrer.

HAIR Comedia musical
Estreno: 7 de mayo de 1971
Permanencia: 1 año y 8 meses.
Sala: Teatro Argentino.
Libro y letras: Gerome Ragni y James Rado.
Música: Gal MacDermot.
Traducción y adaptación: Agustín Cuzzani y Roberto Villanueva.
Dirección musical: Steve Gilette.
Dirección orquestal: Carlos Miguel Cutaia.
Coreografía original: Jerry Combs.
Repositora de coreografía: Marilú Marini.
Producción: Alejandro Romay, Daniel Tinayre y Michael Butler – Mario Falak, Rubén Elena y Laura Virgilio.
Dirección original: Tom O’Horgan.
Puesta en escena y dirección general en Argentina: Fred Reinglass.

[1] Revista “Siete Días”, 18 de noviembre de 1976.
[2] Revista “La Semana”, 7 de mayo de 1980.

3 comentarios:

  1. muy interesante.. yo estoy escribendo un musical...

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  2. Hola !!!Soy Cristina Caram- ex KIm Karam-cantante Actualmente estoy radicada en Norte Argentino- Tucumán. Soy productora de T.V. y Pte. de la Fundacion Mujeres del Siglo XXI.
    Note que no hay fotos mías en las paginas donde hablan de trabajos de T.V. y musicales donde actué¿ donde envio fotos mías de actuaciones que están en la red pero sin material fotografico?. Hair- Escala Musical-El hombre de la Mancha- Canal 9- Dracula etc Espero respuesta

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  3. Hola, Cristina! Un gustazo. Mandame tu mail que te paso una dirección adonde poder enviar tus fotos. Besos y gracias.

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